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Cofradía de la Santa Cruz
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Cofradía de la Santa Cruz


Recordando las costumbres, usos sociales y tradiciones que en nuestro pueblo.


Recordando las costumbres, usos sociales y tradiciones que en nuestro pueblo existían, algunas de ellas cargadas de valores, y considerando que era un pueblo pequeño, habitado por labradores tradicionales, sin influencia o corrientes foráneas que aportaran comercio, cultura o medios de vida innovadores. Como los del resto de la comarca, era un reducto de trabajadores de la tierra, de los que con toda razón pudiéramos decir que se ganaban el pan con el sudor de su frente.



El status de la población de Palencia de Negrilla era parejo, en su mayoría labradores carentes de grandes fortunas, compitiendo por ser el mejor en sacar fruto de sus tierras y en echar el cerro más derecho. También había algún albañil, zapatero, herrero, el cura, el maestro, etc. Sin gremios ni asociaciones.



De entre aquellas tradiciones destacaremos la siguiente:



Había en Palencia de Negrilla una Cofradía de hombres y digo hombres, porque en aquellos tiempos era impensable que participaran mujeres. Cofradía

en torno a la advocación de la Santa Cruz, que tenía como objetivos básicos: la devoción hacia Dios, la ayuda espiritual entres hermanos y el auxilio al hermano fallecido y a su familia rogando a Dios por su alma.



Sus símbolos eran:

-Un Cristo en la Cruz que procesionaba en sus andas.

-Dos pequeñas cruces de madera que llevaban los mayordomos en los actos representativos.

-Y un Santo Cristo de la Cofradía que abría las procesiones y presidía los funerales.



Los cofrades eran de todas las edades y profesiones. No usaban hábito, cíngulo, medallas ni distintivo alguno.



Me atrevo a decir que su distintivo era la boina en la mano, inclinada su mirada al suelo, cuando piadosamente rezaban por sus hermanos fallecidos.



Es de suponer que la Cofradía tendría sus estatutos. Invito a alguno de los cofrades que sigue entre nosotros, a que lo indague y publique.



Los dos cofrades de mayor edad eran los mayordomos durante un año. Su misión consistía en representar a la cofradía en cualquier acto en que participara.



El día tres de mayo, festividad de la Santa Cruz de Mayo, -para nosotros primer día de la fiesta- había misa con mayordomos, que no acudían con vara de cofrade, sino con la cruz que los identificaba. Hacían la ofrenda, que consistía en un bollo maimón elaborado con esmero por sus mujeres (aquí si participaban). Finalizada la misa, la Cruz salía en procesión y al finalizar esta, había para los cofrades un ágape o convite, al que llamábamos “REFRESCO” en la casa de uno de los mayordomos.



El Jueves Santo, tras el oficio religioso y una vez trasladado el Santísimo desde el Sagrario al Monumento, (representado por el bonito Pelícano, primorosamente engalanado por las mujeres y hoy felizmente restaurado) y durante las veinticuatro horas hasta que el Viernes Santo regresaba de nuevo al Sagrario, era piadosamente acompañado y velado por dos cofrades en un respetuoso TURNO DE VELA. Para ello, establecían un horario entre ellos durante día y noche, que con orgullo y devoción cumplían, lloviera, chuzara, nevara o cualquier otra inclemencia del tiempo.



Cruces de la cofradía.





En nuestra querida carrera del Viernes Santo, era obligatorio acudir a la misma todos los cofrades. Antes de comenzar, en los portales de la iglesia eran subastados los cuatro brazos de las andas de la Santa Cruz, era una puja pública entre todos los vecinos, en la que participaban muchos fieles, unos por promesa, otros por devoción, etc.



También se subastaban el portar o llevar al:

1 Santísimo Cristo de la Guía

2 Santísimo Cristo de la Cofradía.



Cristo de la Guía como en todas las procesiones. Cristo de la Cofradía que como su nombre indica era de su propiedad y que tiene una cruz tosca, llena de nudos y pesada.



Es de suponer que lo recaudado en la subasta contribuirá para los gastos de la cofradía, que eran velas, cirios y misas.



Cuando fallecía un cofrade, además de la misa de cuerpo presente y dos funerales los días siguientes, que era la costumbre habitual para todos los fieles de la parroquia; unos días después, la Cofradía ofrecía un funeral por el descanso de su alma, al que era obligatorio asistir todos los cofrades. Antes de empezar la misa presidida por los mayordomos, se pasaba lista en voz alta en el soportal de la iglesia. El que faltare era sancionado con una multa.



Era muy bonito contemplar a aquellos sencillos y piadosos hombres, boina en mano, (la boina era prenda habitual), responder presente, cuando eran nombrados y acceder al templo con silencio solemne.



Esta Cofradía como hemos dicho, era el reflejo de una sociedad tradicional y que acabó por falta de cofrades, fruto de la despoblación y otros avatares, dignos de estudio.



Nuestro pueblo tiene varios siglos de existencia y la Iglesia Salmantina mucha influencia en su devenir, pensemos que nuestro bonito templo con su magnífico retablo, con la aportación de los feligreses no se hubiera podido construir.



Por eso a lo largo de los tiempos se reflejan en nuestro pueblo, datos de ermitas y cruces o humilladeros que han desaparecido. También en el Libro de Administración Diocesana, del Archivo Diocesano de Salamanca, Archivo Histórico Siglos XII - XX, Se refleja constancia de:



- Libro de Cofradía del Rosario 1685 - 1817

- Libro de Cofradía de Animas 1680 - 1878

- Libro de Cofradía del Santísimo 1694 -1878

- Libro de Cofradía de San Sebastián 1694 - 1878

- Libro de Cofradía de San Antón 1744 - 1887



Por todo esto decimos que nuestros mayores eran tradicionales y me atrevo a decir que muy buena gente. Intento reflejar mis vivencias de pequeño, (nací en 1951) en aquella sociedad llena de carencias y plena de felicidad, en la que las costumbres y tradiciones eran respetadas, se disfrutaba en las alegrías y se compartían las situaciones menos favorables de cualquiera de los vecinos.



Madrid, diciembre 2019, Anastasio Borrego Santos


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